Andalucía Información
Jorge de Arco
10/02/2014 10:35
10/02/2014 10:35
Y me atrevo a contestar en sus nombres: “Claro que sí”. Porque los niños quieren saberlo todo, y son capaces de descubrir incluso lo más oculto. Claro que, en este caso,la autora no se lo pone difícil. Un genio, un dragón, un rey, una bruja o un monstruo de mil caras, todos salen al encuentro del niño que lee, severos o sonrientes, como la bondadosa Rata vendedora de castañas.
Hay en la bibliografía de Pérez-Sauquillo un poemario de 2006 titulado “Invención de gato”; lo recuerdo al comprobar que uno de estos cuentos, “Aquí hay gato encerrado”, mete en danza no a uno, sino a dos de estos felinos, por los que la autora debe, sin duda, sentir simpatía. La acción, situada en “un pequeño pueblo de Inglaterra”, tiene como protagonistas a la señora Missy y al señor Marvel, dos solitarios con gata y gato, respectivamente, a los que sus peculiares (¿semimagos?) animales ponen en contacto y hacen que el relato deje en el aire un rastro futuro de amor, felicidad y compañía. El beso que la señora Missy, “bailando de alegría”, da a su gato, es el mismo que en todos estos cuentos se hace presente, de un modo u otro, cohesionándolos y armonizándolos.
Aunque los besos que gozosos se esparcen por este centenar largo de páginas los destina su autora “para las buenas noches”, son igualmente válidos para amanecer con ellos en los labios y poder conjurar las asechanzas del día que comienza.
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